domingo, 28 de julio de 2013

Capítulo 1. El despertar.

Cerró el libro con brusquedad y lo dejó caer. Chocó contra el suelo provocando un golpe seco. El rostro de James denotaba ira y rabia, aunque también tenía miedo. No sabía lo que estaba pasando. Se quedó inmóvil, perplejo. Observando la cubierta de cuero del libro. Era simple, no tenía nada. Ni siquiera título, ni ninguna imagen. James se agachó con cuidado extendiendo la mano hacia el libro.- ¿Por qué? -Hizo una breve pausa analizando con la mirada el libro.- Ella me lo regaló... Quizás sepa lo que... -Se quedó callado de repente. Sobresaltándose y cayendo hacia atrás. Apoyó ambas manos en el suelo hacia atrás para intentar no darse un golpe. Fracasó.- Pero... ¡¿Qué cojones?! -Sobresaltado se levantó casi de un salto. Observó el libro. El cual empezó a emitir un pequeño haz luminoso. En la tapa de la cubierta unas llamas empezaron a quemar el cuero. Un título quedó grabado en negro.- ¿El libro de los sueños? -Leyó James mientras con precaución se agachaba para coger el libro entre sus manos. Volvió al escritorio, dejó el libro a un lado y encendió su ordenador.- Sea lo que sea debe de aparecer en algún lugar. -Miró de reojo el libro mientras esperaba a que su ordenador se encendiera.

Cogió el ratón con su mano derecha y comenzó a navegar por internet. Empezó buscando lo más directo. "El libro de los sueños, ¿Existe?". Leía la pantalla y entraba en algunos enlaces que encontró. Cada enlace era como recibir un cubo de agua fría sobre el cuerpo desnudo en pleno invierno. Optó por fragmentar su búsqueda en libros mágicos, sueños de libro, sueños y realidad. Tras cien páginas abiertas, millones de palabras leídas y media hora pasada la esperanza de encontrar alguna referencia sobre el libro. Quiso hacer una última búsqueda y encontró un enlace. Una pequeña chispa de esperanza avivó en su cuerpo.- Existe un libro. Un libro creado por Morfeo. Cuenta la historia de que fue robado de su castillo y se ha ido trasladando de mundo en mundo desde su desaparición. Algunos dicen que apareció en nuestro mundo hará miles de años. Otros piensan que sigue vagando por el mundo y otros que el libro tiene la voluntad de presentarse donde quiere. Hay referencias de que se cree que los Egipcios lo tuvieron. Que de ahí nacieron muchos de sus mitos. Pero como sabéis lectores el pasado por desgracia es incierto. -Leyó con interés. Desvió la mirada hacia el libro con incertidumbre. En el lomo del libro el título comenzó a grabarse. Apareciendo bajo este en pequeño el símbolo celta del nudo eterno. James se quedó algo sorprendido aunque empezaba a comprender la libertad del libro. Se giró sobre la silla dejando a la espalda el escritorio. Se levantó de la silla y se dirigió a la cómoda. Abrió uno de los cajones y sacó unos calzoncillos. Lo cerró con un golpe de cadera y salió de su habitación. Su mente divagaba entre la información que acababa de leer.

Llegó al cuarto de baño, soltó los calzoncillos sobre el mueble del baño y se dirigió al lavabo. Apoyó ambas manos. Alzó la mirada hasta clavarla en el espejo. Acercó su cara a esta y abrió los ojos.- Si esto es una ilusión me he tenido que meter droga de la buena. Porque vaya tela... -Sacudió la cabeza y se reincorporó extendiendo una de sus manos hacia el cajón superior del mueble. Sacó una toalla de color naranja. La dejó sobre el mueble y cerró el cajón mientras comenzaba a desnudarse. Se quitó la camiseta de manga corta y el pantalón que formaban su pijama. Continuó deshaciéndose de los calzoncillos y los lanzó hacia el cesto de la ropa. Encestó. La camiseta del pijama cubría el tatuaje que tenía en el hombro derecho, que abarcaba parte de la espalda y la parte superior del brazo. Desde lejos podía parecer que llevaba tatuado un alambre de espino enrollado desde el hombro y rodeando el brazo. Pero de cerca podía leerse claramente un texto. "Una vez alguien me dijo que existía lo imposible. Que todos acabamos limitados. Pero comprendí que solo tenemos que liberarnos de la jaula en la que  nos hemos encerrado." Se metió en la ducha dejando que el agua comenzara a caer sobre su cabeza. A pesar de que era un hombre alto, media 1,87 metros. La ducha estaba precisamente construida para que sobraran unos 15 centímetros sobre la cabeza de él. Apoyó las palmas de sus manos en la pared de la ducha provocando que el agua corriera por su espalda y por su cuerpo. Cerró los ojos bajando una mano a la rosca del grifo del agua caliente. La giró hasta que llegó a su tope. Necesitaba relajarse, y darse una árida ducha era su manera.

Salió de la ducha algo más calmado. Cogió la toalla con la mano derecha. Comenzó a secarse el pelo, dejando que este le cayera sobre la frente. Se secó la cara y continuó secándose los brazos, siguiendo por el torso hasta la cintura. Cogió la toalla de dos de los picos y se la ató a la cintura. Se acercó al lavabo y abrió una de las puertas que había bajo este. Sacó la maquinilla de afeitar, espuma y una cuchilla. Cogió la espuma y se espumó la parte donde la barba apenas tenía unos centímetros de longitud. Cogió la cuchilla y con asombrosa delicadeza y agilidad afeitó la zona que deseaba. Se miró al espejo y esbozó una sonrisa mientras pasaba la mano por su pelo. Dándole un poco de forma, peinándolo con ligereza. Cogió la maquinilla y la ajustó a la medida de siempre. Se pasó la maquinilla por la barba, dejando que la longitud del pelo no superara el medio centímetro. Limpió la maquinilla y guardó de nuevo las cosas en su sitio.

De repente su IPhone sonó. Estaba en la habitación por lo que James tuvo que salir corriendo con la toalla en la cintura. Cogió el IPhone y observó quien llamaba. Anne. Era Anne. Descolgó el IPhone con rapidez y se lo colocó en el oído.- ¿Sí? -Dijo mientras se sujetaba con una mano la toalla en la cintura.- Jam. Necesito hablar contigo. Donde siempre en media hora. -Tras oír aquello lo siguiente que se escuchó fueron los pitidos al colgar. Colgó el móvil y lo dejó sobre la cama. Volvió al baño esta vez sin la toalla, tenía demasiadas prisas como para pararse con esas tonterías. Se puso los calzoncillos, se acicaló un poco y volvió a la habitación. Abrió el armario y sacó una camiseta de Quicksilver de color azul. Sacó un vaquero algo desgastado aunque perfecto. Era el favorito de James. Sacó sus converses de color negro y terminó de vestirse. Salió de casa cogiendo las llaves del coche. Cerró la puerta y se montó en el ascensor para irse al garaje. Se montó en su BMW Serie 1 y pisó el acelerador para llegar lo antes posible a su encuentro. La llamada de Anne.

Llegó a la playa antes de lo previsto. Anne aún no había aparecido. Aparcó el coche junto al banco donde habían conocido. Se bajó del coche y comenzó a andar hacia el lugar de la cita llevándose ambas manos en los bolsillos. El que hubiera llegado antes estaba provocando que la mente de James empezara a divagar y a jugarle malas pasadas. Empezó a pensar en que quizás había quedado para solucionar el problema, para volver. También pensó en que le avisó para decirle algo importante pero a su vez algo malo. Por suerte para él Anne llegó a los 5 minutos. Anne era perfecta, su pelo llegaba a la altura de los hombros. Era castaño y combinaba perfectamente con el color de sus ojos. Anne solía llevar el pelo a un lado, dejando visible la otra parte del cuello.- Hola Jam. -Dijo Anne mientras acercaba al banco. Se sentó y miró fugazmente a James.- Hola Anne. Me extrañó que me llamaras. Me hubiera esperado cualquier otra cosa en el mundo menos esto. ¿Ha pasado algo? -La voz de James parecía quebrada, como si una parte él gritara a voces su nombre desde una celda alojada en lo más profundo de James.- Sí, todo está bien Jam. Bueno... -Anne hizo una breve pausa.- Todo bien no. Hoy he tenido un suelo contigo. Un sueño demasiado extraño... Me he asustado y te he llamado. -Anne mantenía la mirada clavada en el suelo. Intercambiándola de vez en cuando con la mirada de James. Sin embargo James tenía la mirada vacía, clavada en el suelo. Fija en un punto. Lo que dijo Anne no lo sacó de sus pensamientos. Sino que le hizo recordar lo que había leído en internet.- ¿Un sueño? Es raro... Porque yo he soñado contigo cada noche. Aunque esta noche fue peculiar. Fue extraño. -James se humedeció el labio mientras entrelazaba sus manos entre sí apoyando los antebrazos sobre su regazo.- ¿Extraño? -Preguntó Anne con un poco de miedo.- Yo he soñado que estábamos en una cabaña. Que te despertaba y que me picabas como solías hacerlo cada mañana. -Añadió para acabar mordiéndose el labio. Anne estaba nerviosa, moviendo sin parar sus piernas.- Lástima. Yo he soñado otra cosa distinta. -James alzó la mirada y se giró para cruzarla con la de Anne. Respiró intentando serenar su mente y continuó hablando.- ¿Me has llamado para contarme que has soñado conmigo? ¿De verdad? Es increíble... Yo alucino. Me he preocupado y he corrido como un gilipollas creyendo que te había pasado algo más... Grave. -James se levantó sacudiendo la cabeza. Interpretando el mejor papel de su vida. Estaba evitando a toda costa revelar lo que sabía. Anne alucinó con la actitud de James.- ¡Sabes como soy! ¡Sabes que cualquier cosa que salga de la normalidad me asusta! -Bufó con brusquedad. Tragándose las ganas de romper a llorar.- ¡Eres un imbécil! ¡¿Lo sabías?! ¡Pensé que podía contar contigo y me he equivocado! -Anne gritó enfurecida. James por el contrario permanecía quieto. Inmóvil. Sereno. Se giró dándole la espalda y giró la cabeza levemente para mirar de reojo a Anne.- Debiste de haberlo pensado cuando me dejaste. -Su voz era fría. Cortante. Casi inhumana. Volvió a girar la cabeza y marchó a caminar en dirección al coche. Agachó la cabeza brevemente. No quería dejar que su actuación perdiera credibilidad en el último momento. Se llevó ambas manos a los bolsillos y se quedó parado cuando escuchó la voz de Anne.- ¡Jam! -Anne se levantó del banco e hizo el amago de coger el brazo de James. Estirazó el brazo y cerró ligeramente la mano, entreabriéndola poco a poco.- Perdóname... -Dijo con la voz quebrada. Anne estaba rota, destrozada. Se giró y volvió al banco sollozando. Se sentó y observó como James se iba. James se montó en el coche. Miro por el espejo retrovisor a Anne llorando y arrancó. Condujo sin demasiada prisa de nuevo hasta casa. Hasta que por el camino volvió a recibir una llamada.

James frenó el coche y descolgó el IPhone.- ¿Sí? -Dijo James a modo de saludo.- Soy Suzanne. ¿Te acuerdas de mí? -James se quedó consternado. No esperaba recibir una llamada en esos momentos y mucho menos de esa chica.- Sí. Creo que me acuerdo de ti. ¿Querías algo? -Se acomodó en el coche, declinó el respaldo.- Bueno... Me enteré de que lo tuyo con Anne terminó. ¿Te parece que quedemos algún día? -Alzó una ceja con una sonrisa de diversión en su rostro. Al parecer la chica popular del instituto, la animadora que todos deseaban se había interesado por él.- Bueno. No estaría mal recordar viejos tiempos.  Déjame zanjar unos temas y te aviso. Adiós Suzanne. -James colgó y volvió a ponerse en marcha con el coche.

Habían pasado las horas. El orgullo, el rencor y los motivos que habían impulsado a actuar de aquella manera tan cruel con Anne. James iba conduciendo por la ciudad. Sin tener un rumbo fijo. Llegó a lo alto de un barranco. A las afueras de la ciudad. Desde allí podía ver toda la ciudad. La playa. Todo. Solía subir allí con Anne para relajarse. Para disfrutar o simplemente para pasar el tiempo. Descubrió ese lugar nada más llegar allí. Antes de que conociera a nadie. Antes de tener un nombre en aquella ciudad. Paró el motor del coche, se bajó y se sentó en el capó del coche apoyando la espalda en la luna de este. Se llevó ambas manos a la nuca, alzó la mirada y cerró los ojos. No podía dejar de pensar en todo y a la vez en nada. Quería volver al sueño. Vivir como en el sueño. Recuperar su pasado, pero no podía. No era tan fácil como volver a leer las páginas de un libro. El sol empezaba a esconderse dando paso a la noche. Dejando que la luna llena bañara con su manto. Un coche empezó a escucharse a lo lejos. Al poco tiempo las luces llegando a alcanzar el coche de James. Se paró a la derecha del coche de James. El conductor se bajó. James se reincorporó y la cara de asombro que esbozó fue épica. Se dio un par de golpes en la cara y se bajó del coche.- ¿Anne? ¿Qué haces aquí? -Anne se acercó a James. Se puso de puntillas y le dio un suave beso en los carnosos labios de James.- ¿Hace falta que te diga lo que hago aquí? -Esbozó una pequeña sonrisa. Escondiendo su rostro en el pecho de James. Él la abrazó con toda la ternura que se había guardado desde el último día. Apoyó la barbilla sobre la cabeza.- Perdóname. He tenido un día duro. Es... -James hizo una breve pausa.- Difícil. -Añadió Anne. James esbozó una pequeña sonrisa. Se separó de ella dejando las manos en la cintura. Se mordió el labio inferior nervioso.- Yo también soñé contigo. Soñé que estabas conmigo. Que te ibas porque te picaba. Soñé que seguíamos juntos. -Se quedó callado. Mirando al suelo. Evitando la mirada de Anne. Esta extendió la mano hasta colocarlo en el mentón de James.- Idiota... -Negó varias veces con la cabeza y volvió a acercarse a él.- ¿Por qué no dejamos nuestro miedo a tragarnos el orgullo a un lado y hacemos lo que realmente queremos? -Alzó la mirada buscando los ojos de James. Los encontró y sonrió con timidez.- Hagámoslo. -James esbozó una sonrisa y besó a Anne. Separó sus labios de los de ella y suspiró.- Ven a casa Anne. Tengo algo que enseñarte. Te esperaré allí. -Se dirigió al coche y se montó en él. Arrancó y se marchó de allí.

Anne le siguió. Aparcaron, James en el parking y Anne frente al bloque de apartamentos. James subió y esperó a Anne. Entraron en su apartamento juntos.- Vaya... Has cambiado algunas cosas. -James cerró y soltó las llaves en una mesita que tenía junto a la puerta. Se quitó la camisa y la lanzó hacia una de las sillas que había junto a la mesa del comedor.- Tuve tiempo para redecorarlo un poco. -James se encogió levemente de hombros mientras caminaba hacia el salón.- Espera aquí. -James se marchó por el pasillo hasta llegar al dormitorio. Cogió el libro y volvió al salón. Anne se sentó en el sofá y esperó a que volviera. Le tendió el libro y lo cogió. Se quedó sorprendida al ver el título del libro, pero aún más al percatarse de que era el libro que ella le regaló.- ¿Lo has quemado? ¿Has quemado el cuero del libro? -El tono de voz de Anne era extraño. Tenía el tono de pena, de dolor. James se alarmó ante las preguntas de Anne.- ¡No! Por supuesto que no. Apareció de repente. Mira el contenido. Léelo. Te resultará familiar. -James se sentó junto a Anne. Estaba nervioso por ver la reacción de la chica. Anne abrió el libro y comenzó a leerlo. Se iba quedando perpleja a medida que leía.- Es... Es... ¡El sueño! Jam. Es el sueño. Nuestro sueño. ¿Lo has escrito tú? -Se giró rápidamente hacia James con entusiasmo.- No, Anne. No lo he escrito yo. Me desperté y estaba escrito. Luego apareció el título. -Se levantó del sofá y se dirigió al dormitorio. Cogió el ordenador y volvió a sentarse.- Mira lo que encontré. -Navegó por el historial del explorador y abrió de nuevo la página. Se la mostró.- ¿Y crees que es este libro? -La preocupación de Anne se clavó en los ojos de James. Se levantó y comenzó a andar en círculos alrededor del sofá.- Anne. Para. Creo que sí es. Pero aún no sabemos nada de él. No sé que hace. Por eso no te lo dije antes. Por eso quise evitarte. -James se mordió el labio y se levantó para abrazar a Anne por detrás. Le dio un suave beso en el cuello. Anne se estremeció al sentir los labios en su cuello.- Jam... Por favor... No... -La voz de Anne se entrecortaba. La respiración empezó a entrecortarse. James se quedó quieto. Rodeó la cintura de Anne para acabar colocándose delante de ella. Puso la mano en la barbilla de Anne y la alzó con delicadeza.- Me importas más que esto. Eres mi todo. -James esbozó una sonrisa tonta. Se separó de ella y se dirigió hacia la mesa.- Si quieres puedes quedarte. Yo puedo dormir en el sofá si quieres. -Cogió una caja con pastillas y se tomó una. Se acercó a Anne y le besó la mejilla.- Voy a hacer la cena.- Acomódate. Estás en tu casa. -James desapareció en la cocina. Anne se quedó quieta. Empezó a deambular por el salón. Observando las fotos que había por allí. Había fotos de James con Ben, el gato de este. , de Anne con Ben, de Anne con James y de ellos dos con Ben. Anne esbozó un suspiro. Miró un instante a la cocina y vio a James cocinando. Una sensación de nostalgia se alojó en el corazón de la chica. Se acercó a la puerta de la cocina y con timidez se aclaró la voz.- Me quedo... -Esbozó una sonrisa. Anne agachó levemente la cabeza. Se separó del marco de la puerta. Volviendo a sentir esa sensación de felicidad, relax y tranquilidad que aquella casa siempre le había transmitido. James salió de la cocina con una bandeja en la que llevaba vasos, los platos con la comida y una botella de vino.- Voilá. La cena está servida. -Se dirigió a la mesa y empezó servir los platos. La cena transcurrió despacio. Estuvieron hablando de cosas sin importancia, de anécdotas del pasado. A medida que los minutos pasaban la tensión que había en el ambiente desapareció. La comodidad y la naturalidad inundó el ambiente. Todo era perfecto. Todo parecía sacado de un libro.

Terminaron de cenar y se pusieron a recoger la mesa y a fregar los platos. Tardaron alrededor de unos 20 minutos en hacerlo todo y aún era relativamente temprano como para dormir. James acompañó a Anne hasta la habitación. Esta se quedó en la puerta, con timidez. Como si realmente nunca hubiera estado allí y fuera la primera vez que se acostaba con James. Inmediatamente se ruborizó. James se giró y se dio cuenta de que estaba más roja que un tomate. Esbozó una sonrisa divertida. Se acercó a ella y le colocó una de sus manos sobre la cadera. Se pegó a ella y le guiñó el ojo.- ¿Estás pensando en acabar la primera vez que viniste? -Anne negó varias veces con efusividad mientras el rubor de sus mejillas aumentaba.- Yo... No... Es... Que.... -Anne cerró los ojos y se mordió el labio inferior. Se había puesto nerviosa y no le salían las palabras.- Ya está pequeña... -Colocó una mano en la mejilla de Anne y la acarició con el pulgar con delicadeza.- Sabes que ni quiero forzar algo ni tampoco quiero estropear el momento. -Anne iba a responder a James, pero este la besó justo antes de que pudiera salir palabra alguna. Anne correspondió al beso posando ambas manos en la espalda de James. Las subió hasta dejarlas a la altura de los hombros de él.- Cállate. -Llevó sus manos al borde de la camiseta y se la quitó. La fogosidad de Anne y James se notaba en el ambiente. Bajó las manos hasta el culo y la levantó. Anne rodeó con sus piernas la cintura de James y se mordió el labio inferior. Colocó sus brazos alrededor del cuello de James.- Let me be your vampire. -Susurró Anne mientras se acercaba al cuello de James. Le dio un mordisco, para acompañarlo con un beso. James giró sobre sus talones y se acercó a la cama. Dejó a Anne sobre esta y  se lanzó al cuello de la misma. Sus besos se intercalaban con algunos mordiscos. Primero ascendían casi hasta el lóbulo de la oreja y luego descendían hasta llegar a la clavícula. El vestido que llevaba Anne sobraba. Por lo que James se deshizo de él. Dejó a la vista el cuerpo semidesnudo. Volvió a subir a sus labios. Los besó, mordió el labio inferior y tiró de él un poco. Puso su mano sobre el muslo de ella antes de que ella misma se descalzara. Comenzó a subir por su muslo.- Jam... -Dijo mientras inspiraba. Cerró los ojos mordiéndose el labio inferior. Levantó a Anne de la cama. La dejó en el suelo y subió una de sus manos hasta la nuca de Anne. Enredó su mano en su melena. Tiró hacia atrás sin demasiada fuerza, solo la justa para retenerla. Acercó sus labios a los de ella mientras esta los abría como imponiendo resistencia a lo que James le estaba haciendo. Apoyó la espalda de Anne contra la pared antes de volver a alzarla entre sus brazos. Volvió a besarla, volvió a dejar que las ganas hablaran por él. Dejó a Anne en la cama. Se colocó sobre ella y acercó sus labios al oído.- Make me wanna die. -Sus cuerpos ya desnudos comenzaron a fundirse en uno. Sus movimientos eran delicados. Su pasión era el motor que los movía. Sus intercambios de miradas eran frecuentes. Dejando que solo se hablaran con sus ojos. James acarició la mejilla de Anne antes de besarla y mirarla fijamente a sus ojos. Clavando sus ojos verdes en aquellos grandes ojos marrones que siempre había deseado. Se mordió el labio y continuó moviéndose hasta llegar al clímax. Se tumbó en la cama, dejando las sábanas arrugadas a los pies de esta. Extendió el brazo derecho sobre la cama, esperando con la mirada a que Anne se tumbara. Ella lo hizo, se aferró a James hundiendo la cabeza en su pecho. Cerrando los ojos, aspirando su aroma. Recordando el pasado. Volviendo a ser feliz.- Te quiero Jam. -Dijo antes de quedarse dormida. James los tapó con las sábanas. Apoyó la cabeza en la almohada, se relajó y antes de dormirse dijo.- Yo también te quiero pequeña.

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